La otra noche estaba charlando con alguien que por casualidad se topó en mi camino, cuando se reabrió mi herida de las BSO, una herida que no recuerdo por qué se cerró, tal vez, por la falta de tiempo para dedicarme a disfrutar de los compases y nada más. ¡Qué importante es la música en las películas!
Creo que cada vez son más los espectadores que se sienten atraídos por la canciones y melodías que acompañan las tramas de las películas, tanto las más taquilleras, como las que pasan desapercibidas como una hoja más del otoño.
Pocos amantes (aunque acaben de iniciarse) del cine pueden poner en duda la importancia que tiene una buena banda sonora para acompañar un gesto, un movimiento o una secuencia y otorgar la ambientación idónea a las distintas escenas del largometraje.
Podemos hacer un experimento nosotros mismos. Cojamos una escena muy romántica y pongámosle como banda sonora una canción de Metallica, o una guerra y pongamos una melodía harmoniosa. Cambia completamente el concepto y las sensaciones. Cambia radicalmente la escena.
Es difícil marcar una fecha exacta en que se introdujeron las bandas sonoras en las películas, aunque eruditos de la materia establecen como inicio el año 1908. Hay quien difiere y anota que en 1897, los hermanos Lumiére ya empleaban instrumentos como el saxo en sus proyecciones y consideran tal actuación como las primeras BSO de la historia.
Podemos concluir afirmando que la música es un elemento indispensable en el cine hoy en día (ya no solo en las películas de dibujos en las que las canciones siempre han tenido un protagonismo especial). La música se convierte en un personaje más, que seduce, invoca sensaciones, pensamientos e ideas.
Y bueno, para todos aquellos que quieran deleitarse con algunas de las bandas sonoras más bellas compuestas para el séptimo arte, he aquí una modesta muestra de algunas de mis favoritas.
Escrito por Sandra Temprado Moratalla
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