La semana pasada fui al cine (plan que me gusta en exceso para lo caro que es) a ver la película española Cinco metros cuadrados.
Este film, dirigido por Max Lemcke, cuenta la historia de Álex y Virginia cuando compran un piso sobre plano a las afueras de una gran ciudad. Con sus ahorros pagan la entrada y aceptan una hipoteca de 40 años. El auténtico problema aparece cuando se acerca la fecha en que debería estar construido el edificio y este sigue sin estar terminado. Se paran las obras. A partir de este momento, el protagonista se aliará con otros afectados para luchar por sus derechos, pero poco a poco se perderán las fuerzas y será Álex quien, después de descuidar el trabajo y tener problemas con su pareja, se niegue a rendirse y luche por su cuenta.
Dentro del reparto encontramos nombres como el de Fernando Tejero, Malena Alterio, Manuel Morón, Secun de la Rosa, Emilio Gutiérrez o Jorge Bosch entre otros. Desde mi punto de vista ha sido un gran acierto reunir a Fernando Tejero y a Malena Alterio como protagonistas, su complicidad traspasa las pantallas y si no fuese por que a la prensa rosa no se le iba a escapar una noticia como esta, yo afirmaría que la relación continúa detrás de las cámaras. Cuando los vi aparecer en escena, lo primero que pensé fue “me perdí el final de Aquí no hay quien viva, pero parece que les ha ido bien… ¡mira, si quieren comprarse una casa y todo!”.
Fueron 91 minutos lentos y deducibles, pero no perdí la atención en todo el film, debe ser por esa naturaleza humana cotilla y mundana de indagar en vidas ajenas (sobretodo si hay desgracias de por medio).
Es una pura realidad la que se retrata en este largometraje. Estoy segura que mucha gente saldría de la sala pensando que era ficción, que era una exageración de la corrupción vinculada al ladrillo… pero se equivocan. Es la cruda verdad y lo digo con conocimiento de causa (aunque no haya sido yo el pollo al que han desplumado).
Es triste pensar que la avaricia de algunos ha supuesto el desasosiego de otros. Es difícil aceptar que la gente ha perdido algunos de los valores más importantes. Al final va a ser cierto eso de que “el hombre es el lobo del hombre”.
Mis conclusiones: una película entretenida a la que hay que enfrentarse como si de un documental se tratase. No despierta sensaciones de amor, ternura ni tampoco de tristeza; más bien yo optaría por catalogar las sensaciones que emanan con su proyección como rabia, impotencia y arrepentimiento. Una buena apuesta que sólo España podría hacer. Por eso esta vez no nos han robado la idea, porque no han podido.
Pero como sobre gustos no hay nada escrito, al margen de mi opinión, os dejo fragmentos de algunos dictámenes de importantes críticos de España:
- "Notable película (...) Con convicción, humanidad, fuerza interpretativa y, lo más difícil, brillantes toques de humor negro con los que se pasa del amargo drama a una durísima sorna" (Javier Ocaña: Diario El País)
- "Pisa firme en el linóleo del costumbrismo hispánico, aunque le cuesta crear vínculos de empatía con sus protagonistas y no sabe muy bien qué hacer con un conflicto que resulta tan agotador y cansino para ellos como para el espectador" (Sergi Sánchez: Diario La Razón)
- "Una obra honesta y cívica a la que le falta algo de fuerza y arrojo, algo de mala leche (...) Puntuación: *** (sobre 4)" (Jordi Batlle Caminal: Diario La Vanguardia)
- "Escalofriante arranque (...) la historia es una rotonda entre la avenida Kafka y el bulevar Fernán Gómez (...) Y Tejero y Alterio sencillamente perfectos (...) Puntuación: *** (sobre 5)" (Javier Cortijo: Diario ABC)
Escrito por Sandra Temprado Moratalla
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